Entender cómo aprende cada niño o niña es fundamental para ayudarles a desarrollar su potencial. A lo largo del tiempo, los expertos en educación han identificado distintos estilos de aprendizaje que influyen en la forma en que los niños/as procesan la información, retienen conocimientos y aplican lo aprendido. Conocer estos estilos permite a padres, madres y docentes adaptar los métodos de enseñanza y crear experiencias más personalizadas y efectivas para cada pequeño/a.

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¿Qué son los estilos de aprendizaje para niños?

Los estilos de aprendizaje representan las preferencias o tendencias que tiene cada niño/a al momento de aprender y asimilar información. Los más comunes incluyen:

  • Visual: Los/as niños/as visuales aprenden mejor mediante gráficos, dibujos y todo lo que puedan ver. Les ayuda relacionar la información con imágenes y colores, así que suelen destacarse en actividades que incluyen esquemas, mapas y recursos gráficos.
  • Auditivo: Los niños/as auditivos retienen mejor la información al escuchar. Les va bien en actividades como debates, cuentos y cualquier recurso que incluya audios o canciones, ya que procesan los conocimientos principalmente a través del oído.
  • Kinestésico: Este estilo es característico de quienes necesitan moverse y manipular objetos para aprender. Los niños/as kinestésicos suelen destacar en actividades prácticas y manualidades, ya que aprenden mediante la experimentación y la manipulación de objetos.
  • Lectura/escritura: Algunos niños/as prefieren aprender mediante palabras escritas, tomando notas y escribiendo resúmenes. Les resulta útil tener apuntes y trabajar con libros, ya que el proceso de leer y escribir les ayuda a interiorizar la información.

¿Cuál es el estilo de aprendizaje más usado?

No existe un único estilo de aprendizaje más usado, ya que cada niño y niña tiene una manera distinta de comprender y asimilar la información. Cada uno combina, en mayor o menor medida, diferentes formas de aprender según sus intereses y necesidades.

Aun así, el estilo visual es uno de los más reconocidos en el ámbito educativo, porque muchos niños responden muy bien a los estímulos visuales. Imágenes, colores, esquemas o videos facilitan la comprensión y ayudan a mantener la atención, haciendo que el aprendizaje sea más claro y atractivo. Por esta razón, los recursos visuales son frecuentes en el aula: ayudan a captar el interés y a reforzar la memoria. Sin embargo, es importante recordar que no todos los estudiantes aprenden igual, por lo que combinar distintos estilos —visual, auditivo y kinestésico— permite ofrecer experiencias más completas e inclusivas.

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¿Cómo identificar el estilo de aprendizaje de un/a niño/a?

Identificar el estilo de aprendizaje de un/a niño/a es clave para personalizar su experiencia educativa. Algunas técnicas incluyen:

  • Observar sus preferencias: Notar si el niño/a elige actividades prácticas, manualidades, cuentos o libros puede ofrecer pistas.
  • Probar diferentes recursos: Introducir una variedad de actividades (como lectura, juegos manuales o música) permite ver en qué área se siente más cómodo/a.
  • Consultar con profesionales: Docentes, psicólogos/as educativos y otros profesionales pueden aplicar evaluaciones para identificar las fortalezas y preferencias de aprendizaje.

¿Cómo apoyar a un niño/a según su estilo de aprendizaje?

Adaptar las actividades y los recursos al estilo de aprendizaje de cada niño o niña favorece la motivación, la comprensión y la retención del conocimiento. Los estudiantes con un estilo visual aprenden mejor cuando se les ofrecen mapas, dibujos o gráficos que les permitan relacionar conceptos de manera clara. Quienes tienen un perfil auditivo se benefician de la lectura en voz alta, las canciones y las narraciones, ya que procesan la información a través del oído.

Los niños kinestésicos, en cambio, necesitan experimentar con el movimiento y el contacto físico, por lo que las actividades prácticas, los proyectos de construcción o las manualidades resultan especialmente útiles. Finalmente, los aprendices de lectura y escritura encuentran más provecho en tomar apuntes, leer libros adecuados a su edad y expresar sus ideas por escrito. Reconocer y atender estas diferencias permite ofrecer experiencias de aprendizaje más personalizadas y efectivas.