El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones desafiantes, pero si no se maneja adecuadamente, puede tener consecuencias negativas para la salud. Comprender las fases del estrés te permitirá identificar cómo afecta tu cuerpo y mente, y tomar medidas para controlarlo de manera efectiva. Hoy te explicamos las tres fases del estrés según el modelo desarrollado por Hans Selye: la reacción de alarma, el estado de resistencia y la fase de agotamiento.

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¿Por qué se producen las fases del estrés?

Las fases del estrés se producen debido a la activación del sistema de respuesta al estrés del cuerpo, que busca protegernos de amenazas percibidas o reales. Este proceso implica cambios fisiológicos y psicológicos destinados a enfrentar desafíos, pero cuando el estrés persiste, el cuerpo atraviesa las fases del estrés descritas en el modelo de Hans Selye. El desencadenante principal de estas fases puede ser cualquier factor estresante, como exigencias laborales, problemas personales o situaciones imprevistas.

1. Reacción de alarma: el inicio del estrés

La primera de las fases del estrés es la reacción de alarma, que ocurre cuando el cuerpo percibe una amenaza o un estímulo estresante. Durante esta etapa, el sistema nervioso simpático se activa, liberando hormonas como la adrenalina y el cortisol. Estas sustancias preparan al cuerpo para una respuesta de “lucha o huida”. Las señales comunes de esta fase son:

  • Incremento del ritmo cardíaco y la presión arterial.
  • Respiración acelerada.
  • Tensión muscular.
  • Sensación de alerta extrema.

Esta fase es esencial para enfrentar peligros inmediatos, pero si se prolonga, puede afectar negativamente al organismo.

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2. Estado de resistencia: la adaptación al estrés

Si el estímulo estresante persiste, el cuerpo entra en la segunda fase: el estado de resistencia. En esta etapa, el organismo intenta adaptarse al estrés prolongado manteniendo elevados los niveles de cortisol y otros recursos energéticos. Aunque el cuerpo se esfuerza por mantener el equilibrio, el desgaste comienza a ser evidente. En esta fase, el cuerpo percibe lo siguiente:

  • Sensación de cansancio constante.
  • Problemas para concentrarse.
  • Irritabilidad o cambios de ánimo.
  • Sistema inmunológico debilitado, lo que puede aumentar la susceptibilidad a enfermedades.

Durante esta etapa, la persona puede sentirse funcional, pero el estrés continuo está afectando su salud interna y emocional.

3. Fase de agotamiento: las consecuencias del estrés crónico

Cuando el estrés es prolongado y el cuerpo ya no puede mantener el estado de resistencia, se llega a la fase de agotamiento. En este punto, los recursos del cuerpo se agotan, y es más probable que aparezcan problemas físicos y psicológicos. Los síntomas son:

  • Fatiga extrema.
  • Depresión o ansiedad.
  • Problemas de sueño.
  • Enfermedades crónicas, como hipertensión o trastornos cardiovasculares.

La fase de agotamiento puede ser peligrosa si no se toman medidas para reducir el estrés. Es fundamental buscar ayuda profesional y adoptar estrategias de manejo del estrés para evitar consecuencias graves.

¿Cómo manejar el estrés en cada fase?

Independientemente de la fase del estrés en la que te encuentres, hay acciones que puedes tomar para reducir su impacto:

  1. Técnicas de relajación: La meditación, el yoga o los ejercicios de respiración profunda pueden ayudarte a calmar tu sistema nervioso.
  2. Hábitos saludables: Mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente y dormir lo suficiente son claves para enfrentar el estrés.
  3. Apoyo social: Hablar con amigos, familiares o un terapeuta puede aliviar la carga emocional.
  4. Organización: Establece prioridades y aprende a delegar para evitar sentirte abrumado.

Entender las fases del estrés te permite identificar cómo este proceso afecta tu cuerpo y mente, ayudándote a tomar medidas preventivas antes de que alcance la fase de agotamiento. El estrés es parte de la vida, pero con estrategias efectivas de manejo, puedes reducir su impacto y mejorar tu calidad de vida.